
Yokai, de Carmen Chica, Manuel Marsol. Logroño: Fulgencio Pimentel, 2017. ISBN: 978-84-16167-52-400
El repartidor cruza
la montaña
cada día.
Pero hoy
se le presenta un contratiempo.

“La naturaleza salvaje es un lugar prodigioso. Internarse en ella es cruzar una puerta invisible. El mundo cambia a nuestro alrededor y nuestra identidad se tambalea. Bajo la bóveda celeste algo se desata, un vendaval silencioso, quizás el vínculo con una presencia que siempre habitó en nosotros. Perderse en una montaña, en cualquier montaña, también conlleva perder algo que éramos en nuestra vida anterior. Al regresar, como en un sueño, el mundo conocido se vuelve ignoto por unos instantes. Y nítidamente sentimos que, durante un breve lapso de tiempo, fuimos otro”.

El álbum comienza a contarnos la historia desde las guardas. Una gran montaña, enorme, imponente, serena, se sitúa entre dos ciudades, que imaginamos como todas las ciudades: ruidosas, con gente ajetreada que va de un lado a otro. De una de estas ciudades sale un camino que, rodeando la gran montaña, entrando y saliendo de ella, nos conduce hasta la otra ciudad.
En la siguiente ilustración un camión de reparto está parado delante de un semáforo en rojo. No pasa nadie. Y sin embargo, ahí está parado, respetando su obligación de detenerse. A partir de ahora, el conductor de ese camión, un repartidor, será el protagonista de esta historia. Él recorre el camino entre las dos ciudades cada día, siempre igual. Pero hoy, un imprevisto, una necesidad fisiológica, le obliga a parar su camión en el arcén de la carretera y adentrarse en el bosque. Una vez que ha terminado, se da cuenta de que se ha perdido, que no encuentra el camino para volver, así que comienza a caminar, está solo y nadie puede ayudarlo, y así comienza una aventura desconocida por la montaña.

El hombre paseando en soledad, se encontrará con una realidad desconocida hasta ahora, que todos los días pasaba desapercibida para él: los árboles, las flores, las águilas, el arroyo, las piedras, los peces… Descubrirá que los bosques están poblados por criaturas misteriosas y, en ocasiones, benévolas. Espíritus del bosque que nos esperan escondidos tras los árboles para jugar con nosotros, para devolvernos el placer de sentir el contacto con la naturaleza. Comienza a escuchar sonidos distintos: el viento entre los árboles, el canto de los pájaros el ruido del agua; y olores que antes no había sentido. Mete sus pies en el agua del arroyo y disfruta del misterio, la belleza y la calma.
El contacto con la naturaleza, el paseo por la montaña ha cambiado su vida, por un espacio de tiempo se ha convertido en otro ser completamente distinto. Desde ese momento, hay una transformación del hombre, y su vida ya no será igual cuando encuentre el camino de vuelta hasta su camión y continúe con su rutina diaria.

Álbum galardonado en 2017, con el International Award for Illustration de la Feria del Libro Infantil de Bolonia, el galardón más prestigioso del mundo en el ámbito de la ilustración infantil.
Martin Heidegger en su libro Caminos de bosque dice: » En el bosque hay caminos, por lo general medio ocultos por la maleza, que cesan bruscamente en lo no hollado. Cada uno de ellos sigue un trazado diferente, pero siempre dentro del mismo bosque. Muchas veces parece como si fueran iguales, pero es una mera apariencia. Los leñadores y guardabosques conocen los caminos. Ellos saben lo que significa encontrarse en un camino que se pierde en el bosque».
